Coca Cola. Si te digo
Coca Cola inevitablemente piensas en esa empresa que ha destacado a lo largo de
su historia por su publicidad, sabiendo adaptarse al momento y lugar adecuados,
dirigiéndose a su público objetivo siempre de la manera correcta.
Y del mismo modo que
sus anuncios no dejan indiferente a nadie, tampoco a mí me ha pasado
desapercibido su nuevo “¿Harás caso a todo lo que se dice?” para su Coca Cola Light, ese anuncio que te genera estrés con
sólo escucharlo una vez.
Pero lo curioso es que ya en 2007, en la revista Sabor de Aragón, Juan Revenga Frauca escribió un artículo titulado Las causas del estrés que hablaba de lo
mismo que el nuevo anuncio de Coca Cola, de la cantidad de cosas que tenemos
que hacer al día para estar sanos, en forma, siempre perfectos… sin darnos
cuenta de que el día “tan sólo” tiene 24 horas.
Por ejemplo, mientras
uno se ducha puede abrir la boca y así ir bebiendo agua. Al mismo tiempo que se
seca, puede comerse un Donut metiendo el plátano por el agujero. Y cuando
se sale del baño, a la vez que camina, puede ir haciendo el amor con su
pareja en la postura de la carretilla. [...] Mientras, tu pareja puede ir viendo la
televisión, y que te la cuente luego, mientras coméis y leéis los periódicos
coordinadamente.
Con este giro en su
publicidad, la marca de refrescos busca apelar (desde el humor) al sentido
común de los consumidores, haciéndolos conscientes de que es imposible considerar todas las recomendaciones que
escuchamos a diario para tener una vida saludable, y que es mejor tomarse la
vida con filosofía. Vamos, que es mucho más fácil beberse una Coca Cola Light
que correr, que “es ideal, aunque hacerlo
por asfalto puede dañarte las rodillas”.
Decididamente, tal y
como nos dice Coca Cola, no podemos hacer caso de todo lo que se nos dice,
porque de lo contrario lo único que vamos a conseguir es que nos dé un patatús.
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